Avanzan, algunas tranquilas, pero la mayoría aceleradas, cada una a su playa particular, cada una con un destino.
Foto de gusdrinks |
Algunas veces, tienen tonadas de ira, otras de tristeza, desasosiego, dolor, expectativa, desinterés. Muy pocas veces encuentro olas de amor.
Cuando las encuentro, cual niño curioso, no puedo evitar tratar de captar sus ecos: esa sonrisa de una madre a su hijo, la mirada cómplice de los amantes, la amabilidad con el extraño, la tolerancia entre dos desconocidos.
¿Será muy difícil que ese ritmo tan poco común se contagie? Quiero creer que no, que dentro de lo difícil de vivir, dentro de lo que nos mueve, es más profundo de nosotros predominará lo hermoso, no lo que nos altera, lo que nos envilece. ¿Tendré razón?
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