De repente en la vida, quién sabe cómo, nos llenamos de lastres. Estos pueden ser materiales: todas las cosas de las que nos rodeamos y que 'no podemos' dejar ir y sin embargo, cuando nos llega un momento definitorio, de repente ya no nos parecen tan importantes.
Actitudes, como miedo a hacer x cosa; a ser más abiertos o más discretos; a ser menos tímidos o más reservados; a tratar con nueva gente, a dejar ir a otra, a ignorar a quienes no nos aportan nada nuevo ni benéfico, que nada más están ahí, incluso causándonos reacciones negativas (a veces sin saberlo esas personas, pero al fin y al cabo una reacción negativa).
Y aunque parece lo mismo, pero hay una ligera diferencia, también hay personas-lastre, que por sí mismas se convierten en una carga pues ya no forman parte de nuestra realidad actual (aunque a lo mejor un día fueron muy queridas); otras que a lo mejor fueron un encuentro casual y que de alguna forma no captan que nuestra forma de ser y su forma de ser no hacen click ni por error; o gente con la que intentó fraternalizar por años y realmente nunca se llegó a un grado de amistad real, nada más hay una relación de 'conocidas' de años.
El problema es cuando uno quiere dejar atrás a esas cuestiones. A veces por debilidad propia de dejar ir actitudes, cosas materiales o personas, a veces por oposición ajena (de la gente que quieres dejar ir 'pacíficamente' pero no les parece) este proceso se complica más de lo debido. Sin embargo, con todo y oposición, yo creo que lo que nos nos aportan nada bueno o nuevo hay que dejarlo ir y si a alguien externo le parece mal, se molesta o cualquier actitud de ese estilo, esa misma energía que externan será la que más bien se quede con ellos al no saber también 'ser' y 'dejar ser'.
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