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Es muy cierto que los adultos, sobre todo los que trabajamos y tenemos a los niños en la escuela/guardería, algunas veces tendemos a tratar de mantenerlos tan bien alimentados, entretenidos y seguros que exageramos con la cantidad de bocadillos o alimento entre comidas que le damos.
El artículo afirma que no sólo se trata del bocadillo poco sano que a veces les damos cuando no encontramos otra cosa, sino también de los que presuntamente son más saludables, como fruta, galletas de avena o equivalentes. El darles comida en exceso les causa, tal como lo hace con un adulto, malos hábitos de alimentación (la costumbre de estar comiendo todo el tiempo) y por supuesto sobrepeso.
Como el artículo dice, además de enfrentarnos a un ritmo de vida loco, en el que tratas de que la natural energía de los niños no moleste a los demás, también te enfrentas al hecho de que hay demasiadas opciones, en todo momento, que prácticamente te empujan a darles de comer.
No es lo mismo que cuando nosotros eramos niños y prácticamente el concepto de comida entre desayuno y comida y comida y cena no existía. A veces se nos daba una fruta (una manzana, si acaso) y era poco común que comiéramos algo más.
Sin embargo, parece ya ser cultural (y por supuesto, parte del trabajo de las empresas de comida rápida, frituras, pastelitos, etc.) el generarte la idea de que hay que alimentar a los niños a todas horas, que lo que les das no es tan malo porque está "adicionado con vitaminas y minerales". También, el estrés citadino de los demás parece dictar que hay que mantenerlos callados a toda costa.
Como dice el artículo, no todas las razones son virtuosas, pero todo está en el equilibrio, en quizá darles bocadillos menos veces a cambio de comidas más completa y nutritiva, de darles de vez en cuando algo no tan sano pero tenerlos activos diariamente, en fin. Que son los dilemas que los padres tenemos que enfrentar día a día, pero sin obsesionarnos en exceso con hacer siempre TODO perfecto.